6 de septiembre de 2007

Fernando García habla sobre Leo Brouwer

El nombre de Leo Brouwer es conocido mundialmente y su calidad como músico es vastamente celebrada. Su labor como guitarrista, compositor y director de orquesta, ha trascendido las fronteras de países y continentes, habiéndose convertido en uno de los más significativos creadores musicales vivos.

Nacido en La Habana, Cuba, en 1939. De familia de músicos -entre los cuales se cuenta su tío-abuelo Ernesto Lecuona-, muy temprano se sumergió en el universo sonoro que le rodeaba. Intrafamiliarmente realiza los primeros estudios musicales para posteriormente ingresar al Conservatorio Peyrellade, graduándose en 1956. Tres años antes, a los catorce de edad, estudió guitarra -el que sería su instrumento- con Isaac Nicola, el iniciador, junto a su madre, Clara Romero, del movimiento guitarrístico clásico en la Isla. A mediados de la década del cincuenta, casi paralelamente a sus inicios como guitarrista, escribe sus primeras obras, comenzando así sus incursiones en el campo de la composición en forma autodidacta. En 1959 recibe una beca para realizar estudios superiores de guitarra en la Universidad de Hartford y de composición en la Juilliard School of Music de Nueva York.

En 1960, al frente del departamento de música del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), Leo Brouwer tomó intenso contacto con el cine, lo que se tradujo en la creación de la música para casi un centenar de películas. En 1969 participó en la formación y dirección del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC. Allí estableció relaciones profesionales con relevantes figuras de la música popular cubana, como Pablo Milanés, Noel Nicola y Silvio Rodríguez. Además, en esa década desarrolló otras importantes tareas en favor de la música cubana, incluida la docencia en el Conservatorio Municipal de Música de La Habana “Amadeo Roldán”, y el impulso que dio -junto al compositor Juan Blanco y al director Manuel Duchesne Cuzán- a la música de vanguardia en Cuba. En los años posteriores realizó numerosas giras como guitarrista, director y compositor por los diversos continentes, las que, junto a una dilatada discografía, le dieron reconocimiento y prestigio. Fue Director General de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba (1981-2002) y Director Artístico y Titular de la Orquesta de Córdoba, España (1992-2001). Durante su carrera artística ha recibido innumerables distinciones como el Premio Manuel de Falla (1998) en España; el Premio Nacional de Música (1999) en Cuba y el Premio del MIDEM Clásico, (2003) en Cannes. Es miembro de honor de renombradas instituciones culturales como la Institución Musical Italo-Latinoamericana (IMILA) y el Consejo Internacional de Música de la UNESCO, junto a Abbado, Boulez y Ozawa, confirmando lo que la critica musical ha expresado: “es uno de los mayores guitarristas y uno de los compositores más sobresalientes del mundo actual”.

En Cuba la música ha estado inmersa en un profundo proceso de mestizaje, de resultado notable. Ese mestizaje se ha producido principalmente con el encuentro de la música europea y la africana subsahariana, ambas culturalmente muy heterogéneas. Desde la colonia, su estratégica posición geográfica permitió a Cuba, fluidos nexos con las músicas venidas desde Europa, a través de España. El dominio colonial garantizó la presencia y hegemonía de esas músicas en la tierra cubana. También muy tempranamente en el siglo XVI, llegaron a la Isla los esclavos negros africanos de distinta procedencia, armados de sus propias y diversas culturas sonoras. Éstas lograron perdurar gracias al sincretismo nacido de la necesidad de defender la herencia ancestral. La enriquecedora síntesis nacida del contacto de ambas fuentes sigue entregando sus frutos, que no son ni europeos ni africanos. Son americanos, son cubanos.

Lo dicho tiene mucho que ver con Leo Brouwer, pues su creación musical es un fiel reflejo de ese proceso de mestizaje. De ahí el sabor cubano de su música, de ahí y de su genialidad, la generalizada aceptación de su mensaje y la originalidad de su discurso.


Fernando García
Santiago de Chile, Junio 2007