6 de septiembre de 2007

Un encuentro con Leo Brouwer



En 1980 conocí a Leo Brouwer en el Festival de Guitarra de Martinica, evento que él dirigió artísticamente desde finales de los años setenta por más de veinticinco años. Recuerdo sus clases y el concierto que ofreció. Supe que allí logró reunir -con su gran poder de convocatoria que se confirma además en los Festivales de Guitarra que organizaba en La Habana- a algunos de los más notables guitarristas y músicos del mundo, desde Alirio Díaz, Paco de Lucía, John McLaughlin, John Williams, hasta Egberto Gismonti, Ichiro Suzuki, Jaco Pastorius; Stanley Jordan, entre otros. Fue mi primer contacto con este extraordinario compositor, guitarrista y director de orquesta, también por qué no decirlo, con un hombre notable y sensible.
Pronto me di cuenta que era alguien que tenía la visión y el genio de vincular nuestras tradiciones musicales más autóctonas con la música europea de secular tradición académica. Él era -y es-, uno de los músicos latinoamericanos más sensibles y abiertos a los cambios que se avecinaban para el futuro.

Gracias a su labor -como intérprete y compositor- la guitarra dio un vuelco impresionante en su lenguaje y proyección. Ya Villa-Lobos había realizado en años anteriores composiciones que abrieron el mundo sonoro para este instrumento desde lo más profundo de la música brasilera. Ahora Brouwer lo hacía principalmente desde sus raíces cubanas, al mezclar todo tipo de ritmos con lo serial-dodecafónico y utilizando nuevos colores sonoros. En suma, “rompía la tradición aunque costara trabajo” -parafraseando, un tanto, el título de una de sus obras sinfónicas. Se inauguraba con él una nueva era de la guitarra, convertido inconscientemente en maestro y guía de compositores y guitarristas, no sólo de generaciones más jóvenes, sino de sus contemporáneos.

Especial mención tienen en su catálogo guitarrístico, obras que desde hace décadas son de estudio obligado y curricular en cientos de conservatorios y escuelas de música del mundo, como: Estudios sencillos, La espiral Eterna, Canticum, El Decamerón Negro, hasta obras de más reciente creación como: Sonata, Hika, Viaje a la Semilla o los Nuevos estudios sencillos.
En este CD Brouwer interpreta desde Bach a los Beatles, pasando por todo el lenguaje y repertorio clásico de la guitarra con una maestría excepcional -Chacona de Bach, Suite en Re menor de Visée, Recuerdos de la Alhambra de Tárrega. No faltan aquí los grandes arreglos de temas populares que con el tiempo se transformarían en clásicos del instrumento. Su eficacia en la selección de los programas distinguió sus presentaciones que muchos críticos lo calificaron de Maestro, por su arte de programar.

Como bautizara Federico García Lorca a la guitarra: El Polifemo de Oro tiene en Brouwer un pretexto más para continuar. Que no cese nunca de sonar.



Alberto Cumplido
Compositor y Guitarrista
Corinto, Chile, Agosto 2007